El giro copernicano rechazado por la Iglesia católica.

21-1-24 ¿Qué se entiende por giro copernicano?

El diccionario de la Real Academia lo define como un cambio total en el comportamiento, las ideas, etc.  Eso fue precisamente lo que hizo Nicolás Copérnico (1473-1543) con sus descubrimientos científicos: provocar una auténtica revolución en el pensamiento y la sociedad.

Su revolucionaria aportación fue la teoría heliocéntrica del Sistema Solar: es decir, descubrió que los planetas, incluida la Tierra, giran en torno al Sol y no este en torno a nosotros, como se daba por sentado desde Ptolomeo (siglo II) y su teoría geocéntrica. La teoría helicocéntrica la desarrolló  Copérnico, un clérigo, matemático y astrónomo polaco, en su De revolutionibus orbium coelestium (Sobre las revoluciones de las esferas celestes).

El libro fue publicado poco antes de su muerte, en 1543, por miedo a la reacción adversa de la Iglesia que inmediatamente lo introdujo en la lista de los libros prohibidos. Galileo Galilei (1564-1642)  defendió a Copérnico y fue juzgado por ello.

galileo, el científico que desafió a la iglesia

Galileo  sostenía de forma cada vez más abierta sus ideas copernicanas. Ello le supuso un primer encontronazo con la Inquisición. En 1616, una comisión de once teólogos examinó sus escritos y falló que la teoría heliocéntrica era una tesis «estúpida y absurda… además de ser formalmente una herejía», puesto que contradecía los pasajes de la Biblia en los que se afirma que el Sol giraba en torno a la Tierra y que podía ser parado por designio de Dios. Galileo no debería publicar más esas tesis, aunque se salvó de una condena formal.

Convocado al Vaticano, en 1633 fue condenado por «sospecha vehemente de herejía», se le obligó a abjurar de sus ideas copernicanas para no ser ejecutado y se le impuso un arresto domiciliario en una villa cercana a Florencia tras ser juzgado por la Inquisición romana mientras estaba enfermo y casi ciego.

Según la Iglesia, nadie podía contradecir el geocentrismo apoyado por la Biblia como  cuando Josué, en nombre del Señor, detuvo el Sol para alargar el día y así continuar la batalla contra sus enemigos hasta vencerlos.

Josué 10:12-14 

Ese día en que el SEÑOR entregó a los amorreos en manos de los israelitas, Josué habló al SEÑOR y luego dijo en presencia de todo el pueblo: «Sol, detente en Gabaón; luna, párate sobre el valle de Ayalón». El sol se detuvo y la luna se paró, hasta que Israel se vengó de sus adversarios. Esto está escrito en el libro de Jaser. Y, en efecto, el sol se detuvo en medio del cielo y no se movió de allí por casi un día entero. Ni antes ni después ha habido un día como aquel; fue el día en que el SEÑOR escuchó los ruegos de un ser humano. ¡No cabe duda de que el SEÑOR estaba peleando por Israel!»

¿Cuándo la Iglesia aceptó el heliocentrismo?

El 31 de octubre de 1992, ante la Academia Pontificia de la Ciencia, el entonces Papa Juan Pablo II declaró oficialmente que Galileo Galilei era inocente de la acusación por la que había sido condenado en el año 1633. Tuvieron que pasar 390 años para que la Iglesia aceptara la teoría heliocéntrica, por esa fidelidad incuestionable de la Iglesia a la tradición, incluso negando evidencias científicas que dan a conocer mejor la obra de la Creación.

Importancia de los giros copernicanos en la historia de la humanidad.

Los giros copernicanos son imprescindibles para poner en marcha los motores de la evolución social humana y de la Ciencia. Sin esos cambios, la humanidad se mantendría estancada e inmovilizada. Uno de esos giros copernicanos fue La Revolución francesa que introdujo la democracia y abolió la monarquía absoluta. La  Asamblea Nacional Constituyente francesa proclamó la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1789, precursora de los derechos humanos a nivel nacional e internacional .Aun cuando establece los derechos fundamentales de los ciudadanos, franceses y de todos los hombres sin excepción, no se refiere a la condición de las mujeres o la esclavitud, aunque esta última sería abolida en 1794. En 1791, proclamó la Declaración de los Derechos de la Mujer y la Ciudadana , entrando las mujeres en la historia de los derechos humanos.

Jesús de Nazaret protagonizó un giro copernicano.

Jesús de Nazaret protagonizó un giro copernicano, estableciendo un modo de ser y de estar en este mundo que dignificara a los seres humanos con principios y acciones como estas: “Amaos los unos a los otros”, sin hacer ningún tipo de discriminación, especialmente contra las mujeres, considerando la misoginia como un maltrato rechazable ; “ Deseo misericordia, no sacrificio”, condenando toda acción que proporcione dolor y marginación al ser humano como la pena de muerte, las guerras, la pederastia, el maltrato machista contra las mujeres o el patriarcado; también desechó la acumulación insolidaria de riquezas porque crea desigualdad entre los seres humanos. Ya Jesús le dijo al rico que quería seguirle que vendiera sus bienes y los repartiera entre los pobres, y se echó hacia atrás. También predicó con el ejemplo la dedicación preferente a los enfermos, a los pobres y a los más vulnerables. El poder debe estar orientado  al servicio del pueblo y no en beneficio de los que detectan el poder. La expansión del cristianismo no debe realizarse de forma impositiva, con abusos ni con castigos porque desvirtúan el mensaje de Jesús de amaos los unos a los otros y de  predicad lo que yo os he enseñado, sin ninguna referencia al uso de cualquier tipo de violencia.

Pero en el siglo IV, el emperador Constantino implantó otro giro copernicano al establecer una Iglesia católica, diseñada por él y muy contraria a la Iglesia primitiva a la que yo llamaría Iglesia tradicionalcentrista, en sustitución de la Iglesia de Jesús: la Iglesia evengeliocentrisita. Todavía hoy se mantiene ese tipo constantino de Iglesia. La voluntad de ponerse a caminar al encuentro de la Iglesia evangeliocentrista  supone un giro copernicano, una vuelta a los valores originales del Evangelio y de los signos de los tiempos. No bastan  pequeños cambios, y menos realizados tardíamente, para dar la impresión falsa de una renovación revolucionara para una Iglesia en salida, cuando la verdad es que el Vaticano, incluso con papas como Juan XXIII y Francisco, continuó y continúa teniendo como metas incuestionables la fidelidad a la tradición y el compromiso de su conservación. Es evidente, con mucho pesar para los creyentes, que la Iglesia se mantenga en su pedestal tradicional ,manteniendo la estructura autoritaria-piramidal propia de la monarquía absoluta anterior a 1789,  el patriarcado, la misoginia, el celibato obligatorio de la clerecía a pesar de ser un factor de la pederastia clerical, y así en muchos otros aspectos, como los relacionados con la sexualidad ( un tema tabú, muy mal gestionado por la Iglesia, que se mantiene en sus trece de hacer oídos sordos a la psicología y hasta a la Biblia : “Y vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera”. (Génesis 1.31) El término revolución es rechazado por la Iglesia, por las connotaciones negativas que le da, cuando su significado es el de dar la vuelta al ser y al estar de la sociedad humana, incluyendo a la Iglesia. En ese sentido, Jesús fue un revolucionario por pretender darle un giro copernicano  a la sociedad judía y a la universal

¿Cuándo la Iglesia se decidirá a dar ese giro, no dando pequeños pasos sino pasos de gigante?

Somos muchos los que deseamos que la Iglesia deje de parir ratones y se decida a parir grandes animales en referencia a Horacio: “La montaña estaba de parto (nuestras grandes esperanzas, especialmente las de las mujeres marginadas por la misoginia eclesial) y parió un ratón”. Lo de parir, parir, todavía no. Porque la montaña aún se mantiene embarazada, y así lleva siglos. El diagnóstico prenatal anuncia que nacerá efectivamente un ratón, llamado diaconado femenino. Otro ratón ya dio a luz, llamado “bendición a las parejas homosexuales”. Y así la Iglesia continuará pariendo pequeños ratones para no demoler  la sacrosanta tradición, que tantos beneficios le ha dado y le continúa dando, haciendo oídos sordos a la doctrina de Jesús, una doctrina que la Iglesia la considera una utopía, y por tanto irrealizable , como el rico que le dio la espalda a Jesús cuando escuchó lo que le pidió.

Es creíble, por otra parte, que de producirse un giro copernicano en la Iglesia, el Papa y la alta jerarquía teman que se produzca un cisma, protagonizado por un gran número de católicos conservadores y ultraconservadores  que dan la espalda a Francisco y hasta lo consideran un hereje a pesar de sus reformas moderadas.

José Melero Pérez.

Deja un comentario