El móvil, obstáculo para la comunicación personal.

28-7-23. Hace unos días, entré en una consulta médica. A llegar a la sala de espera saludé a los cinco pacientes que allí se encontraban. Todos ellos estaban tan absortos con sus móviles que ninguno dejó de mirarlo para responder a mi saludo. Me quedé de piedra al comprobar que para ellos yo no existía. Así que me senté y en ningún momento ninguno de los de allí presente dejó de mirar el móvil, ni siquiera para hacer algún comentario o entablar una pequeña conversación como me había  ocurrido en otras ocasiones.  Cuando el móvil y las pantallas son sustituidas por las relaciones humanas, que nos proporcionan más felicidad, se camina peligrosamente hacia una deshumanización.

También he escuchado varias quejas de abuelos que, cuando reciben a sus nietos, apenas conversan con ellos porque al poco rato se sientan en el sofá con los móviles hasta que se marchan. Cuando eran más pequeños había más comunicación y juegos  entre abuelos y nietos, proporcionándoles muchas alegrías. Pero al hacerse mayores, dejaron de ser los mismos, porque abandonaron esas actividades por el móvil.

Los psicólogos  aconsejan que los padres no permitan a sus hijos el uso de los móviles en la mesa a la hora de comer o cenar. También les recomiendan que cuando lleven a sus hijos a casa de los abuelos, se olviden del móvil y dediquen el poco tiempo que están con ellos para  jugar , conversar, explicar anécdotas divertidas, reírse  o  dar un paseo juntos. De ese modo, los niños y adolescentes pueden disfrutar sin necesidad de recurrir a la tecnología, que no deja de ser una realidad virtual, muy inferior a la realidad natural de tratar a las personas de forma presencial y a la observación directa de la naturaleza.

Por último, recomiendan a los padres que  deben establecer un control sobre el uso excesivo de los móviles por parte de sus hijos, para que así dediquen más tiempo al estudio, a la lectura, al paseo, al deporte y al encuentro con los amigos.

José Melero Pérez

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