Educar en valores

Educar Valores que hay que potenciar en los niños

1.El valor del esfuerzo.  En la vida de los niños no todo es juego o diversión. El esfuerzo en  dedicar tiempo a la lectura, en hacer los deberes, en realizar una actividad extraescolar, en comportarse siguiendo unas normas de conducta…..es una buena inversión para el desarrollo óptimo de los niños.

2.El valor de la paciencia. Es un error dar a los niños cuanto quieren y cuando quieren. Hay que dárselo cuando los padres lo consideren oportuno, así aprenderán a saber esperar, un valor muy importante en la vida.

3.El valor de la responsabilidad. Ya desde corta edad los niños deben ser educados en responsabilidades adaptadas a su edad. A medida que se hacen mayores también deben ser mayores las responsabilidades como ordenar sus cosas, hacer su cama, limpiar su habitación, poner y recoger la mesa…..

4.El valor de compartir. Hay que enseñar a los niños a compartir sus cosas y juguetes para superar su egocentrismo innato. El hijo único recibe toda la atención de sus padres sin compartirlos con nadie. Si tiene un hermano se le presenta la oportunidad de comprender que sus padres no son solo para él sino también para su hermano/a, ayudándole a salir de su egocentrismo.

5.El valor del juego, sobre todo el imaginativo y el creativo. Con distintos materiales los niños pueden construir cosas que nos llenan de admiración. El mejor de los juegos para los niños es jugar con sus padres y familiares. Jugar con ellos les proporciona más alegrías que jugar con cualquier otro juguete.

6.El valor de la obediencia a los padres. No se trata de una obediencia ciega sino razonada, de modo que los niños puedan entender lo que se les pide que hagan.

7.El valor de la constancia. Es muy importante que los niños sean constantes en mantener buenos hábitos. La fórmula debería ser: hoy sí y mañana también. El hoy sí pero mañana no, debilita los hábitos. Ejemplo: el hábito de lavarse los dientes después de cada comida, recoger los juguetes y colocarlos en su sitio…..debe realizarse siempre.

8.El valor de controlar las emociones.  El niño recurre a menudo a los gritos, al lloriqueo y al pataleo para conseguir lo que quiere, movido por su egocentrismo. Si los padres ceden, están perdidos porque  reforzarán el mal comportamiento del niño, que habrá aprendido a comportarse así cada vez que desee conseguir algo. Si los padres no le dan la mayor importancia, no sufriendo por ello, el niño irá comprendiendo que ese comportamiento no le conduce a nada.

Comportamientos recomendados a los padres

1.Saber decir NO a los hijos. El niño es por naturaleza egocéntrico y caprichoso, porque desea tener lo que se le antoja y  comportarse como le apetece. Solo la educación puede cambiar esa forma de ser del niño para que vaya adquiriendo el comportamiento correcto socialmente. Es una actitud equivocada consentirle todo al niño, desde comprarle lo que quiere a pasar por alto  comportamientos inaceptables. Para superar ese error hay que decirle NO cuando sea necesario en vez de decirle SÍ a todo para hacerse querer por él y para hacerle feliz. Con el SÍ siempre en la boca de los padres, los niños crecen sin norte, imprescindible para conseguir que desarrollen unos valores que les permitan madurar y adaptarse a la sociedad.

Decir NO a un niño no significa que se le quiera menos, sino todo lo contrario. Porque querer a un niño es socializarlo, consiguiendo una razonable adaptación en el ámbito familiar, en la escuela, en la calle, con los amigos, con los familiares… Esa socialización se consigue inculcándole  los valores ya mencionados.

La educación no solo consiste  en enseñar a los niños el camino que se considera más razonable y correcto socialmente. También es importante negarles caprichos – como cambiarle el plato de comida que no le gusta por otro, jugar con juguetes cuando están comiendo, comprarles algo que no sea comida siempre que salen con sus padres o familiares –  y no permitirles conductas incorrectas.

2.Ser pacientes y serenos. Los resultados en educar a los hijos en los distintos valores no son inmediatos, porque no aparecen a primera vista. Se consiguen poco a poco con gran dosis de paciencia. Lo importante es no tirar nunca la toalla y resistir en el intento sin perder los nervios. Por eso es importante no solo la paciencia sino sobre todo la serenidad. Nada de gritos, ni palabras ofensivas. Hay que recordarles, hasta que lo asimilen, cómo deben comportarse y que lo practiquen.

3.Educar, no castigar. Si con los hijos no se consiguen los resultados deseados, siempre es mejor conversar con ellos que castigarlos, buscando que reparen los errores. Por ejemplo: que pidan perdón, que repitan bien lo que han hecho mal, que hagan lo que tendrían que haber hecho…El niño desarrolla mejor su aprendizaje en buenos hábitos con el premio que con el castigo. Entendiendo por premio no un regalo – que puede hacerse ocasionalmente pero no por sistema – sino con un abrazo cariñoso y con palabras de felicitación. Se da el caso entre padres y educadores que se irritan y castigan con palabras o hechos a los niños por su mal comportamiento y sin embargo son poco proclives a premiarles cuando aciertan a comportarse correctamente.

Al niño le afecta negativamente la reprimenda, sin embargo es más receptivo si se le reconduce por el sendero correcto.

“ La desaprobación, la reprimenda, significan par el niño una pérdida de valor, de autoestima…incluso pueden manifestarse en él elementos de ansiedad; es conveniente indicar cuánta importancia tiene para el niño la atmósfera afectiva y educativa de los padres” Psicología infantil,  P. Osterrieth.

4.No recurrir sistemáticamente al premio. En la buena pedagogía, el premio de los padres a sus hijos debe consistir en expresar con palabras lo satisfechos que están por su comportamiento y en conseguir que los hijos se sientan también orgullosos. Es la mejor forma de desarrollar en ellos la autoestima, imprescindible para un buen desarrollo emocional.

5.No atiborrar a los niños de juguetes. Está muy extendido el pensamiento de muchos padres de que a los hijos se les quiere mucho más si se les concede todo aquello que quieren. La oferta de nuevos juguetes es imparable, lo que puede convertir a los niños en consumidores compulsivos. El año está lleno de festividades que atiborran a los niños de juguetes, que en la mayoría de las ocasiones tienen una vida de uso muy corta. Festividades como las Navidades,  los Reyes, los santos, los cumpleaños…. llenan los pisos de juguetes. Es irracional y antieconómico que los juguetes que se regalan a los niños en esas fechas no se limiten a una determinada cantidad y que no se favorezca el regalo familiar conjunto. Lo  que predomina es que cada familiar les compre varios regalos en esas festividades, lo que produce en ellos la satisfacción nada recomendable de la abundancia, aislándolos de la realidad familiar y social que en ocasiones presenta una escasez de medios. Con esa mentalidad del adulto los niños perciben que no hay límites para pedir todo lo que desean, ya sea en casa, en la calle o en las tiendas.

¿Eso es amor? Nada más lejos de la realidad, porque los niños que crecen en la abundancia, no faltándoles  nada de lo que desean – no de lo que necesitan, que es algo diferente- no están preparados para soportar las frustraciones  que se encontrarán en la vida.

6.Mantener una disciplina, tan necesaria para la madurez de los niños que deberán enfrentarse a una sociedad con unas normas y unos comportamientos concretos que no pueden eludirse.

7.Ser buenos modelos. El niño aprende por imitación. Se comportan como ve que se comportan sus padres. Si los padres quieren inculcar unos valores en sus hijos, estos deben verlos realizados en sus padres. La mejor forma de que los hijos consigan controlar sus emociones, ser responsables, esforzarse en ser mejores y en avanzar en los nuevos aprendizajes….es que los padres den ejemplo.

José Melero Pérez , psicopedagogo (Cervelló-Barcelona)

2 de febrero de 2016

 

 

Un comentario en “Educar en valores

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