La nakba, la catástrofe para los palestinos

Comentario

20-5-24. El 15 de mayo hizo 76 años de la Nakba, la catástrofe, cuando Israel a través del brazo terrorista de haganá expulsó 700.000 palestinos de sus tierras y destruyó 600 poblaciones palestinas. Desde entonces, Israel declaró la guerra abierta a los palestinos para ir conquistando las tierras cedidas por la ONU para la creación del estado Palestino con el 44% de las tierras que le correspondían por la partición. Hoy en día solo le queda el 15% del territorio. El sionismo colonialista se ha impuesto por encima de todas las instituciones internacionales creadas para salvaguardar la paz, al no cumplir ninguna de sus resoluciones. EL discurso de Ben Gurion, el primer ministro de Israel entre 1948 y 1953, fue claro y conciso: “El sionismo ha alcanzado su meta el 14 de mayo de 1948 con la creación del Estado judío, y mucho más de lo que esperaba, gracias a las fuerzas del brazo armado de la Haganah. Este, sin embargo, no es el fin de nuestra lucha, sino que empezamos hoy y tenemos que seguir hasta crear un Estado desde el Eúfrates hasta el Nilo. Tenemos intención de conquistar más y más”. Está claro que la creación de Israel sin Palestina va en contra de la decisión de la ONU, que pretendía la creación de dos estados que convivieran en paz y en armonía como buenos vecinos. Pero el pueblo de “dura cerviz” impuso su ley de ocupar todo el territorio, expulsando a los palestinos y haciéndoles la vida imposible a los que se quedaron, cometiendo contra ellos toda clase de vejaciones como el bloqueo ilegal de Gaza o la apropiación continua e ilegal del territorio palestino de Cisjordania por parte de colonos israelíes.

En Barcelona se ha organizado una protesta que coincide con la celebración del 76 aniversario de la ‘Nakba’, el éxodo palestino, dejado claro que, “Seguiremos llenando las calles hasta que acabe el genocidio”. También han reclamado que España detenga el comercio de armas con Israel y han pedido al gobierno de la Generalitat que ponga fin a las relaciones diplomáticas y comerciales con Israel. La protesta en Barcelona se ha repetido en un centenar más de municipios de toda España.

José Melero Pérez

DOCUMENTO por Francesc Cervera, especialista en Historia

Tras su conquista por los británicos durante la primera guerra mundial, el mandato de Palestina había permanecido bajo administración británica. El Reino Unido permitió la llegada de numerosos inmigrantes judíos de todo el mundo, y en 1947 ideó un plan para concederles un estado propio dividiendo la región entre árabes e israelíes.

LOS ORÍGENES DEL CONFLICTO PALESTINO-ISRAELÍ

Las Naciones Unidas secundaron este proyecto el 29 de noviembre en su resolución 181 II, imponiendo un Plan de Partición que creaba un nuevo país llamado Israel en zonas habitadas por los árabes, a quienes se reservaban Cisjordania, Gaza y otros territorios. 

Esta división entre judíos y musulmanes provocó un conflicto entre ambos.

LA GUERRA ÁRABE-ISRAELÍ

Ese conflicto se inició con la expulsión de 700.000 personas y la destrucción de entre 400 y 600 poblaciones. Para ellos sería la Nakba, la catástrofe.

Aunque la cesión de Palestina no se haría efectiva hasta el año siguiente, tanto israelíes como palestinos ya habían empezado a organizar grupos paramilitares para defenderse, los cuales se enfrentaron por todo el mandato ante la impotencia de los británicos. Israel necesitaba nuevas tierras para asentar a su población, y dado que estas estaban en manos de los palestinos autóctonos era necesario expropiarlas por la fuerza.

Por fortuna para ellos, en esta primera guerra los israelíes contaron con ayuda financiera de correligionarios de todo el mundo, lo que posibilitó la compra de armamento soviético y americano que dio a milicias como la Haganá una ventaja tecnológica decisiva sobre los palestinos. 

 Así, pese al apoyo de países de la Liga Árabe como Egipto, Líbano y Jordania, Palestina terminó por perder la contienda, conquistando los israelíes más territorio que el asignado por la ONU y confinando a sus vecinos a la franja de Gaza y Cisjordania. 

LAS LLAVES DEL RECUERDO

Tras la victoria, Israel emprendió un programa de transformación del territorio en el que cientos de poblaciones palestinas fueron derribadas, para construir sobre ellas modernas colonias agrícolas (kibutz) y ciudades reservadas a los israelíes. 

Este proceso quedó institucionalizado en el Plan Dalet del entonces primer ministro israelí David Ben Gurión, en el que se ordenaba destruir con “fuego, explosivos y minas” las poblaciones árabes que habían quedado en territorio israelí, las cuales debían ser “rodeadas y registradas”, expulsándose a sus habitantes “fuera del estado en caso de resistencia”. 

Los métodos para esta confiscación fueron especialmente brutales, con el bombardeo de la población civil mediante morteros antes de entrar casa por casa expulsando a los palestinos a punta de bayoneta. La Haganá recurrió también a la presión psicológica, lanzando folletos y proclamas por radio y altavoz, que metían el miedo en el cuerpo a los locales antes de su desahucio.

Las tierras así vaciadas fueron nacionalizadas por el estado israelí, que las alquiló a particulares, o las cedió a grupos de colonos junto con tierras de cultivo para la fundación de los nuevos kibutz que reemplazarían a las granjas y aldeas palestinas. 

En total se crearon 350 nuevos asentamientos, en un proceso de sustitución poblacional que no hizo sino acelerarse con la expansión territorial de Israel en la guerra de los seis días y la primera y segunda intifadas, conflictos estos últimos que redujeron considerablemente el espacio palestino en Cisjordania.

La Nakba creó una ingente masa de refugiados que hoy asciende a los 5.9 millones de personas, repartidos por todo Oriente Próximo. Pese a ello, en su éxodo, los palestinos se llevaron con ellos las llaves de sus casas, las cuales han ido pasando de generación en generación con la esperanza de poder algún día expulsar a los israelíes y regresar al hogar, lo que las ha convertido en un símbolo de resistencia para activistas de todo tipo.

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